Wally, el simpático joven del jersey a rayas rojas, lleva poniendo a prueba nuestra agudeza visual desde que, en 1987, su creador Martin Handford publicara en el Reino Unido la primera entrega de sus andanzas. Sin embargo, y aunque parezca increíble, este primer título fue censurado en muchos lugares de EE.UU. ya que en una de las páginas que discurrían en la playa aparecía una señora haciendo topless.
Como se puede ver, la mujer se había quitado la parte superior del biquini, presumiblemente para permitir una mayor uniformidad en el bronceado. Y un niño parece que le está vertiendo agua sobre la espalda (o ensartando con un helado), lo que le provoca saltar para regocijo de un caballero bastante feliz, y con una sustancia marrón en el pecho, que mira desde un lado.
Y si uno observa cerca, muy, muy de cerca…incluso se podría decir que la mujer muestra un pezón.
Este pezón debió sacar los ojos a los supervisores de la decencia norteamericana para convertir “¿Dónde está Wally? en uno de los libros más frecuentemente censurados de la década de 1990 en aquel país. Y así se muestra en la lista de la American Library Association “Challenged and Banned Books”, una lacra en forma de aureola que prácticamente hizo a Wally desaparecer de buena parte de las bibliotecas públicas y librerías estadounidenses.
No es que el libro fuera difícil de encontrar como su propio protagonista, sino que directamente fue condenado al ostracismo de las baldas y el revuelo que se formó fue tremebundo. Incluso el New York Times y el Playboy dedicaron sendos reportajes al asunto, que fue zanjado por la editorial reeditando este título y suprimiendo la controvertida imagen.
Sin embargo, diez años después, en 1997 y para celebrar una década de Wallys escondidos por el mundo, la mujer del topless regresó a la playa a tomar el sol.
Lo hizo en una edición especial aniversario de esta primera edición original y, como se puede ver, esta vez venía de casa ataviada con la parte superior del bikini, que convenientemente fue pintado a mano para esconder la picardía.
hora ya todos los niños del mundo, incluidos los de EE.UU., estaban a salvo de las escondidas obscenidades de Wally y sus compadres.
O no. Porque tanto fijarse en si la señora enseñaba o dejaba de enseñar, que a los censores se les debió pasar que en la parte superior de la misma imagen aparecen dos hombres en una situación ciertamente más comprometida, por más que estuvieran en la playa. Y un poco más allá, si uno observa muy, muy de cerca…un pobre personaje prácticamente se ensarta una sombrilla por donde la espalda pierde su nombre.
Viéndolo con malos ojos, una auténtica orgía si se compara con un topless, sin duda.
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